La extravagancia

"No se puede hablar sobre el sentido de la vida sin usar falsas palabras, términos inexactos. Pero no hay manera; acá se dio que se estableció un sistema solar que no se mueve más. Para que se mueva hace falta que se lo destruya: es esta la causa para inventar al ser humano. Pero esto se hizo sin ningún plan. Por lo tanto no podemos decir "estamos aquí para..." El plan de los poderosos se cumple no en virtud de los poderosos sino por nuestra manera de pensar en causalidades que siempre tiende a establecer sistemas de valores y a determinar sentidos. Toda la historia, las mitologías son resultado de estas cadenas planíficas de causas. Si destruimos entonces diversos fragmentos de ese sistema, sacando de sus casillas al sistema gravitatorio, todo se desmorona."

Rainer Werner Fassbinder

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(En la oscuridad, el televisor prendido es una llaga)

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Habiendo cuatro elementos, y existiendo animales de agua, de tierra y de aire, ¿por qué no habría de existir un animal de fuego? La salamandra, representada hasta el infinito como una lagartija entre las llamas, es necesaria para equilibrar el orden del universo. Para que el sistema siga en pie. Se decía que con cada crujido de los leños, cuando las chispas parecen un juego de pólvoras y carmines, nacía una salamandra, y que su vida duraba lo mismo que la fogata, y que su inteligencia era, no obstante, más aguda aun que la del hombre. Siendo tan efímera. Sin embargo, es el basilisco el animal que más nos interesa a los efectos de lo que vamos a describir. Se decía que era temible, y que su mirada era capaz de matar. Sólo podía matarse a un basilisco acercándose a él de espaldas, siguiendo la fétida mirada a través de un espejo de mano.Luego de darle muerte, el espejo debía ser destruido, y los pedazos enterrados lejos de los gallineros.Porque se creía que el basilisco nacía en los gallineros. Se podía estar seguro de encontrar un basilisco cerca cuando una gallina ponía un huevo vacío. O mejor dicho, el huevo vacío, sin romper, era un signo evidente de que el basilisco ya había salido de él, inexplicablemente, atravesando la cáscara.

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¿quién habría de munirnos de semejante diccionario, un diccionario para explicar los símbolos del mundo, las pistas que el mundo da sobre aquellas cosas que nos son desconocidas?

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¿Algo más? (...) ¿Cómo te trato? (...) ¿Perdomar? (...) ¡Pero si no hay nada que perdonar, imbécil!

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Es decir que la pregunta es: ¿Por qué pensar que una familia es la mejor manera de organizar los cuerpos en el espacio?

(Pausa)

Y por favor, que quede claro que me estoy remitiendo a un estudio de campo sobre ejemplos lingüísticos y que de ninguna manera...

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...y de alguna manera, explicar todo lo que nos provoca asombro. Que no es lo que está en las palabras, sino lo que se les escapa.

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Cuando María prende un cigarrillo, hace exactamente veintisiete moviemientos inútiles de lucimiento personal. (...) Frunce el seño, acompañando la llama, como si reprodujera un temor primitivo, como si fuera una esúpida hembra en la caverna viendo caer el rayo que acaba con el bosque de sequoias...

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Va a agarrar el teléfono. Ve el esmalte para uñas. Lo levanta, lee la etiqueta. Agarra el quitaesmalte, lo huele. Lee la etiqueta. Se lo toma de un trago. Se sienta. Espera. Toma un cigarrillo. Lo prende. Mientras lo hace, realiza veintisiete movimientos innecesarios.

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Digo "conozco", y digo "conec". ¿Qué es lo que pasa allí entonces con esta "O", que el catalán diría como "U", por ser átona? Es decir qué pasa conmigo, que la digo, no con el catalán, que sólo es un lenguaje, qué es lo que pasa conmigo. "No conec la ciutat. No conec".

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la pregunta última de la literatura, de toda literatura, es: ¿se puede crear un clima, aquí dentro, entre nosotros, cuando afuera llueve?


Rafael Spregelburd, en La extravagancia

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2 comentarios:

Noelia dijo...

zarpadito

-> dijo...

me parece que lo quiero