La única promesa

Cuando pienso para cuántos de mi generación la poesía fue mística o testimonio, oficio o extravío, razón, bosque de nieves, sombrero de enigma en la cabeza alada y miro los muertos, los fracasos altos, todo aquello que se llevó el fuego de creer en las palabras y volvió cambiado (ceniza o lámpara, no importa)…y adivino la cifra para insistir cavando en el vacío…persistir en una idea, o mejor, en una especie de fervor, de punta en pie hacia otra luz mayor, más allá del espejito del poeta… las falsificaciones, rengueras del texto (del 
mejor poema, de cualquier poema) 
cómo recordar sin ira? 
cómo callarse? 
y hay que vencer el pudor, el portavoz, mirarse y aceptar que estaba jugada la baraja en mesa de tahúr o allá en lo eterno… que fuimos esa fe, anhelo de un viento suavecito, mientras corrían, también, los 
grandes días del No 
y ahora 
la única promesa es 
retirar el paño negro del espejo 
hallar 
una a una 
las piedritas dulces (que no alzaron casa, fruta, ni navío) 
sofocar el desaliento de la corte, los olvidos 
y volver 
muy frescos 
al error 
de una palabra, otra palabra, otra palabra…


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